Tikal en medio de la gran selva del Petén, Tikal llegó a ser uno de los centros más importantes del imperio maya, en el actual país de Guatemala. Se trata de una antigua ciudad en la que se llegaron a edificar multitud de construcciones: templos, palacios, plataformas ceremoniales e innumerables juegos de pelota. Actualmente, muchas de ellas se encuentran todavía ocultas por la gran vegetación de la tupida selva, otras han sido desenterradas y restauradas.
Hay quien dice que la antigua ciudad de Tikal es comparable al Nueva York actual por la sorprendente altura de sus edificios. Porque la ciudad maya llegó a tener 150 000 habitantes en su época de máximo apogeo, así que se convirtió en una gran metrópoli, cuando la mayoría de las grandes ciudades europeas que existen hoy en día no eran ni la sombra de esta.
El Parque Nacional Tikal de Guatemala fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y no es de extrañar. Es uno de los mayores yacimientos arqueológicos del país y seguramente uno de los más impresionantes que se pueden visitar en el mundo.
Desde la entrada del Parque Nacional de Tikal existe un sendero que, en poco menos de media hora, te lleva directamente a la Gran Plaza, tras pasar por varios templos menores. Una vez llegues, te darás cuenta de por qué recibe el nombre de «Gran Plaza»: es la más importante y monumental de toda la ciudad, además de ser el lugar de referencia y donde los mayas realizan las ceremonias más importantes. A cada lado (este y oeste) hay dos grandes pirámides, el Templo del Jaguar y el Templo de las Máscaras. Al norte de la Gran Plaza, está la Acrópolis Norte, con gran cantidad de estructuras. Y al sur, encontramos la Acrópolis Sur.
El Templo del Jaguar (o Templo I) es una de las pirámides más fotogénicas y esbeltas del mundo maya. Sus 47 metros de altura son tan atractivos que no son pocos los turistas que han querido escalarla, aunque hoy en día está totalmente prohibido, ya que hace unos años subieron unos turistas y se precipitaron desde arriba. Este templo fue el lugar de sepultura del monarca Jasaw Chan K’awil, en el año 734.